miércoles, 18 de febrero de 2009

Y POR SER EL MES DEL AMOR...


Il n'y a pas d'amour heureux

Rien n'est jamais acquis à l'homme Ni sa force. Ni sa faiblesse ni son coeur Et quand il croit Ouvrir ses bras son ombre est celle d'une croix. Et quand il croit serrer son bonheur il le broie. Sa vie est un étrange et douloureux divorce. Il n'y a pas d'amour heureux.

Sa vie Elle ressemble à ces soldats sans armes. Qu'on avait habillés pour un autre destin. A quoi peut leur servir de se lever matin. Eux qu'on retrouve au soir désoeuvrés incertains. Dites ces mots Ma vie Et retenez vos larmes. Il n'y a pas d'amour heureux.
Mon bel amour mon cher amour ma déchirure. Je te porte dans moi comme un oiseau blessé. Et ceux-là sans savoir nous regardent passer. Répétant après moi les mots que j'ai tresses. Et qui pour tes grands yeux tout aussitôt moururent. Il n'y a pas d'amour heureux.

Le temps d'apprendre à vivre il est déjà trop tard. Que pleurent dans la nuit nos coeurs à l'unisson. Ce qu'il faut de malheur pour la moindre chanson. Ce qu'il faut de regrets pour payer un frisson. Ce qu'il faut de sanglots pour un air de guitare. Il n'y a pas d'amour heureux


Il n'y a pas d'amour qui ne soit à douleur. Il n'y a pas d'amour dont on ne soit meurtri. Il n'y a pas d'amour dont on ne soit flétri. Et pas plus que de toi l'amour de la patrie. Il n'y a pas d'amour qui ne vive de pleurs. Il n'y a pas d'amour heureux. Mais c'est notre amour à tous les deux.

No hay amor feliz

El hombre nada adquiere jamás, ni su ternura, ni su amor ni su fuerza. Y cuando abre los brazos, la sombra que proyecta es una cruz oscura. Y si abraza su dicha, la destroza en edazos, su vida es una extraña y espantable locura. No hay ningún amor feliz

Su vida se parece a un inerme soldado, que para otra estrategia ha sido preparado. Que madruga y de noche sufre de hambre y de sed. Y que en la tarde tiembla deshecho y desarmado. Decid «mi pobre vida» y el llanto contened. No hay ningún amor feliz

Mi bello amor, mi dulce amor, mi amor perdido. Dentro de mí te llevo, como un pájaro yerto. Y aquellos que de lejos nos vieron no han sabido. Que mis propios poemas tras de mí han repetido. Y que ya por tus ojos varias veces han muerto. No hay ningún amor feliz

El tiempo de aprender a vivir ya ha pasado. Que lloren en la noche nuestros dos corazones. Por el dolor que esconde, cada recuerdo amado. Las tragedias que nutren el éxtasis soñado. Los sollozos que impregnan las menores canciones. No hay ningún amor feliz .

No hay amor que no aflija al par que desespera. No hay amor que no se halle mezclado a su dolor. No hay amor que no espante. No hay amor que no hiera. No hay amor que no viva de lágrimas y espera. Y el amor de la patria lo mismo que tu amor. No hay ningún amor feliz.

Pero este es nuestro amor.

Louis Aragon

COMUNICACIÓN Y DIFERENCIA DE GÉNERO


"Los niños tienden a jugar afuera, en grupos grandes que están estructurados en jerarquías. Sus grupos tienen un líder que les dice a los demás qué deben hacer y cómo hacerlo; y ese líder se resiste a hacer lo que los demás niños proponen. Es dando órdenes y haciendo que sean cumplidas que se negocia ese alto estatus. Otra manera en que los niños alcanzan un estatus es convirtiéndose en el centro de atención al narrar cuentos y contar chistes, al igual que desviando la atención o desafiando y burlándose de los relatos y chistes de los demás. Los juegos de niños tienen ganadores y perdedores y sistemas elaborados de reglas que frecuentemente son tema de discusiones. Finalmente, los niños a menudo presumen su habilidad y discuten sobre quién es el mejor en diferentes áreas.

Las niñas, por otro lado, juegan en grupos pequeños o en parejas; el centro de la vida social de una niña es su mejor amiga. Dentro del grupo, la intimidad es la clave de todo. La diferenciación es medida por la cercanía relativa. En sus juegos más frecuentes, como saltar a la cuerda o jugar "avión", a todas les toca un turno. La mayoría de sus actividades (como jugar "a la casita") no involucran ganadores o perdedores. Aunque algunas niñas ciertamente son más hábiles que otras, no se espera que presuman o que demuestren que son mejores que las demás. Las niñas no dan órdenes, ellas expresan sus preferencias como sugerencias, y éstas generalmente son aceptadas. Mientras que los niños dicen: "¡Dame eso!" y "¡Vete de aquí!", las niñas dicen: " Vamos a hacer esto", y "¿Qué tal si hacemos
esto?" Cualquier otra actitud es considerada como agresiva. Ellas no buscan arrebatar el centro de atención -no desean ser el centro de atención- así que no se retan unas a otras de manera directa. La mayor parte del tiempo sencillamente se sientan juntas a conversar. Las niñas no acostumbran luchar por un estatus de manera obvia; ellas están más preocupadas por agradar a los demás.

Estas diferencias influyen notoriamente en la edad adulta. Cuando los hombres y mujeres platican sus problemas, cada uno espera una respuesta diferente. El enfoque de los hombres es buscar lidiar con los sentimientos de manera indirecta, atacando la causa. Las mujeres, esperando que sus sentimientos sean apoyados, malentienden el enfoque de los hombres y siente que están siendo atacadas por ellos.

Mientras que los hombres buscan un estatus (política, puestos de poder), las mujeres buscan una conexión. Otro ejemplo es cuando un hombre y una mujer se encontraban junto a un módulo de información en un enorme complejo de módulos y aparadores. El hombre le dijo a la mujer: "Tú pide las direcciónes. Yo no quiero preguntar". La mujer se enfadó. Puesto que pedir direcciones no la harían sentir incómoda, sino porque no entendía por qué él se rehusaba a hacerlo. Para el hombre, sin embargo, pedir información envía un mensaje de claro de inferioridad. Si para ellos las relaciones son inherentemente jerárquicas, entonces el que tiene más información sabe más y es más competente. Desde un punto de vista maculino, la búsqueda de información implica sacrificio de la parte esencial de la independencia personal."

Tomado de: Napier, R. y Gershenfeld, M. (2006), Groups. Theory and Experience.5ta. Edición. Ed. Trillas. Pág. 26-27