martes, 25 de agosto de 2009

Mi vida con la ola.

Octavio Paz te toca suavemente, te va llevando, letra a letra, deleitándote con una grata descripción de las emociones humanas más sublimes. Te envuelve, te conmueves, te pones cómodo. De pronto: el primer golpe, el segundo, todos; deberías parar de leer pero estás atrapado. Sí, es conocido, te parece que así es, suena a verdad; una sin tapujos, sin adornos, fría. Sucede. Te dejas llevar y de pronto ya no hay salida y entonces te observas harto, distinto a eso que eras en un inicio y tus acciones te parecen desconocidas, absurdas, malvadas... "Mi vida con la ola".

El sábado 22 tuve la oportunidad de ver una adaptación de este cuento a manos de dos compañías de teatro: La Mojarra Enmascarada y Febrero 10 Teatro, en Xalapa (Teatro La Caja). El cuento me gusta -aunque Paz no sea de mi agrado-, sin embargo, debo confesar que íbamos sin muchas expectativas -Elise, quien se dedica al teatro en París desde hace muchos años, Alessandro que trabaja en guiones junto con Elise, Rémi que es músico, Jesús, Alejandra y yo, más aficionados que expertos-. La duda aumentó al ver el lugar: completamente vacío por ser sábado, ni un alma en los alredodores de la universidad. Los asistentes éramos únicamente nosotros y quizá unos amigos y familiares de los actores. El teatro pequeño, todo parecía tan surreal. Pero así pasa "...como el golpe de la ola de la sorpresa cuando la sorpresa nos golpea en pleno pecho..."
Lo que vimos nos dejó un grato sabor de boca. Combinaron muchas artes de manera sencilla y muy bien pensada, haciendo con poco, mucho. Luces, títeres, saxofón, multimedia -proyecciones de imágenes, historias realizadas en flash-. Por ahí hubo un par de errores técnicos, entre otros detalles, pero el resultado final no fue opacado. Nosotros, que ocupamos casi todo una fila -el lugar de verdad pequeño-, aplaudimos el esfuerzo, la creatividad y las ganas de hacer buen teatro, con obras que te hacen pensar y ver que los tiempo imperfectos nos llevan a vivir sobre olas: guíados por la marea.

Recomendado.
Saludos.


P.D. Las fotos me las robé de un periódico digital local. Y el músico... de actor es muy buen músico.
"No es deseo de hermosura; son ánsias de completud..."

lunes, 10 de agosto de 2009

Las promesas.

Hace tiempo pensaba que los temas me perseguían, pero lo cierto es que tengo fascinación por determinados temas y es mi inconsciente el que hace que los enfoque en mi en torno. Ahora el tema que me persigue es el de las promesas, un verdadero terreno minado.

No sé si haya tipos de promesas, como sea, son compromisos que nosotros aseguramos cumplir y que, generalmente, tienen que ver con realizar o no realizar determinadas acciones. Hoy leía el blog de Leila Macor, y al final de su más reciente entrada decía algo así: “porque desde el momento en que vivimos en hacinamiento, las relaciones humanas son el constante, y muchas veces frustrado, esfuerzo de molestarnos mutuamente lo menos posible.” Supongo que en ese no molestarnos también está ese otro frustrado intento por no herirnos entre nosotros y por eso prometemos, para poder controlarlo de alguna forma. Mecanismo de supervivencia, de protección.

Como garantía de nuestras promesas están nuestro honor -no tengo nada que ofrecer, excepto mi palabra-, nuestras creencias – lo prometo en nombre de mi dios- y hasta nuestros seres queridos –lo prometo en nombre de mi hijo/madre/mío-. Todo para darle valía a nuestra sentencia. En la vida cotidiana cumplir una promesa otorga al cumplidor reconocimiento y orgullo: él/ella si cumple su palabra.

Socialmente entiendo el valor de las promesas: nos regimos por normas de conducta que permiten una sana convivencia unos con otros, reglas de comportamiento donde se premian ciertas acciones y se castigan otras para estar lo más a salvo posible. De cierto modo este modelo funciona, pero a veces comprometemos, con las promesas, cosas que no se deberían hacerse como voto como: el amor, la entrega, la confianza, la fidelidad, pues éstas se dan o no. Y cuando ya han sido pronunciadas –quizá llevados por el momento- ¿debemos cumplirlas aunque la situación sea distinta? ¿Si ya no queremos consumarlas? ¿Qué pasa cuando esas promesas nos atan? ¿Y si no las cumplimos?
Hemos aprendido estas normas desde pequeños –prueba y error-, crecemos y nos parece natural tachar de incumplido(a) a la persona que no lleva a termino su promesa, y los que “fallan” a esta palabra cargan con ello con cierta culpa. Y con ese aprendizaje de que el mundo funciona así, también hemos aprendido a padecer el no cumplimiento de una promesa.

Y bueno, si confiamos en una persona, ¿para qué prometer? Y si esta persona no puede o no quiere ya cumplir esa promesa, ¿debemos guardar resentimiento por ello? ¿Debemos sentirnos obligados a cumplirla? Si hoy estás convencido de algo, pero mañana cambia la situación, ¿por qué atarnos a esas palabras? A veces se requiere mucho más valor para romper una promesa que para hacerla. Claro, no digo que hay que andar pronunciando promesas cual bolo en bautizo –hay que ser respetuosos con las palabras-, sólo debemos tomar en cuenta que podrían o no cumplirse y que así esto del fútbol, pues en realidad hay situaciones que no podemos controlar. Y sin embargo, y pese a todo lo dicho, me gusta creer en las promesas pronunciadas –asumo con ello la posibilidad de que algo cambie-, por ahora, soy feliz creyendo esas palabras, pues no es la promesa quién me da la certeza, sino los actos que son congruentes con lo que se dice y que me han dicho mucho más de ti y de mí que todo lo que pudiéramos prometernos.

Gracias.

Saludos.

lunes, 3 de agosto de 2009

La Tequilera.

Borrachita de tequila
llevo siempre al alma mia
Para ver a si se mejora
de esta cruel melancolía.

¡Ayyyy, por este querer
pos qué le he de a hacer!
Si el destino me lo dio
para siempre padecer.

Como buena mexicana
sufriré el dolor tranquila
Al fin ya al acabo mañana
tendré un trago de tequila

¡Ayyyy, por este querer
pos qué le he de a hacer!
Aunque me haigas traicionado
no lo puedo aborecer

Me llaman la tequilera
como si fuera de pila
Porque a mi me bautizaron
con un trago de tequila

¡Ayyyy, ya me voy mejor
pos qué guardo aqui!
Disque por la borrachera
disque todo lo perdí.

Museo del tequila, abril 2009.
Saludos.