jueves, 19 de noviembre de 2009

DESCRIPCIÓN DE UN IDEALISTA

Los humanos nos excusamos tras nuestra supuesta naturaleza, nos atribuimos: inestabilidad, miedos, pereza, vicios, egoísmo; decimos que somos vengativos, corruptos, que no sabemos reconocer nuestros errores, que mentimos, que somos infieles, negativos, que necesitamos adrenalina y riesgos.

Por otro lado también arremetemos contra los delitos (menores o mayores), nos asombramos de la ineptitud y favoritismo de nuestros gobernantes, del egoísmo de los que nos rodean, vituperamos a los que nos mienten muchas veces a sabiendas de que nosotros mismos lo hacemos, reclamamos un mundo mejor, pedimos y pedimos, pero cuando hacemos algo: “soy humano, cometo errores”. ¿Entonces? ¿También deberíamos atribuir a nuestra naturaleza un carácter permisivo y falto de congruencia?

Por supuesto, así como hablamos de esa parte natural en la humanidad, también reconocemos una naturaleza noble y altruista, con la capacidad de conmovernos por ciertos sucesos, de ayudar a otros, de idealizar un mundo mejor donde no haya tantas desigualdades, con cabida para el amor y el desprendimiento material. Reconocemos que hay seres dignos de admiración, que para nada se excusan tras su “naturaleza” para justificar sus actos, que asumen la responsabilidad de los mismos y las consecuencias que éstos traen consigo, seres (humanos también) que han logrado cambiar el rumbo de sus vidas y de quienes los rodean con las mejores armas: ejemplo y constancia.

A estos seres los llamaría Idealistas, no a los que predican un mundo mejor y son sólo espectadores, pantalla, discurso o imagen -y que además pueden dormir tranquilos-; sino a los que realmente asumen la difícil tarea de serlo, porque es mucho más complicado ser congruente, ser fuerte, ser honesto, trabajador, reconocer los errores y corregirlos, cambiar de ser necesario, pensar bien antes de tomar decisiones que pudieran lastimar a otros, llevar a cuestas sólo lo que puede y hará bien y no más, exigir lo mismo que dan, tener la cara limpia para reclamar a quienes tengan la obligación de hacer ciertas cosas, que las haga bien; aportar lo que se sabe y se es.

No puedo decir que niego nuestra “naturaleza humana destructiva” (por llamarla de alguna manera), pero si además, y aunado a esa naturaleza, reconocemos una parte bienhechora y creemos o queremos un mejor contexto para nosotros y los que queremos, es necesario entonces, sumarse a estos Idealistas y saber que lo único que resta es luchar contra nuestra propia naturaleza en pro nuestro y de todos, sólo así cambia el mundo. Si nuestra naturaleza es tener estos dos lados y hay quienes han podido superarse a sí mismos, ¿por qué nosotros no?


Abril, 2008.
Lo sigo creyendo.

2 comentarios:

Gabriel Cruz dijo...

Wow Lucía, en efecto hay que tomar la responsabilidad que tenemos como agentes de cambio y empezar a hacer las cosas en pro del bien general y no individual, como bien haz señalado es un camino difícil pero lo realmente importante siempre cuesta.
Un servidor trabajará en ello, con pequeños cambios y con la fe de ser alguien mejor para los demás.
¡Abrazos!...

LuKiA dijo...

Gracias por tu comentario Gabriel. Un gusto tenerte por aquí y saber, que hay más con estas ideas.

Saludos cordiales y buena vibra.
Hay mucho por hacer...