jueves, 27 de noviembre de 2008

Participación Ciudadana: Una filosofía personal

“sólo ocurrirá cuando la fe de algunos se convierta en la convicción de muchos”


Hace un par de semanas estuvo Judy Williams (Nobel de la Paz, 1997) en el Centro de Convenciones de Puebla, en la “Ciudad de las Ideas”, su conferencia me pareció una bofetada con guate blanco, nos insultó, nos llamó apáticos, sumisos y egoístas (entre líneas claro) con mucha razón y por eso se le aplaudió. Esta semana se me hizo una invitación para participar en un taller de transparencia en la aplicación de programas sociales por parte de la SEDESOL Federal, al que asistí con mucha expectativa, si bien no fue lo que esperaba, las estadísticas ofrecidas por los malos ponentes (sólo dos no fueron tan malos) brindaron un panorama de la situación del país. Las asistentes en su mayoría fueron las vocales del “programa oportunidades” (señoras y autoridades que coordinan los apoyos), quienes atentos escucharon y entendieron lo que pudieron, pues las conferencias no fueron adaptadas al público y parecían más bien tediosas arengas políticas (unos cursos por favor para hablar en público y sintetizar ideas). Uno de los ponentes expuso la cantidad de personas beneficiadas con el programa: “5 millones de habitantes en pobreza se atienden con él, cuando antes era 3 millones únicamente” Complementó orgulloso diciendo que las señoras tenían “responsabilidades” que cumplir también, como por ejemplo: obligar a los hijos a ir a la escuela (se imaginan: “vas a la escuela o nos quedamos sin dinero”), darles el suplemento alimenticio que se les daba en la despensa y llevarlos a revisión médica cada cierto tiempo, porque “eso tenían que hacer para que se les dieran los fondos” Nos pareció increíble que todas estas acciones no se lleven acabo por una verdadera conciencia de bienestar, de desarrollo humano, sino más bien, condicionadas. También se habló de cantidades y créanme, son risibles, por oportunidades le toca aproximadamente 10 pesos diarios por familia (divídanlo entre la cantidad de integrantes), a los adultos mayores 9 pesos aproximadamente (se les da junto bimestralmente).


Lo preocupante es que tenemos 5 millones de personas que tienen una “cierta dependencia” a esos recursos que son muchos para un Estado y que sumados a los que dependen de las remesas (donde 1 de cada 5 de mexicanos de entre 25 y 35 años vive en Estados Unidos) ¿qué pasaría con México sin estas dos fuentes de ingreso para las familias de bajos recursos? Tenemos un gobierno paternalista, cómo diría Octavio Paz, “un ogro filantrópico” que nos acostumbra a recibir. Ya se vio el fracaso con Solidaridad, donde de cada 10 pesos del presupuesto, 8 eran destinados para este programa… ¿qué pasó? ¿Hay menos pobres? Por el contrario, las brechas entre clases sociales altas y marginadas son cada vez mayores. Pero bueno, una vez en los puestos se piden “resultados” y se hacen “mediciones” en lugar de evaluaciones, por ello somos estadística en lugar de individuos.


¿Qué hacer? Participación ciudadana. Judy Williams muy molesta decía que todos tenemos voz, que no había que dejar los trabajos, las escuelas, la vida para hacer cambios, que bastaba con ser ciudadanos honestos, responsables con su entorno y que cada vez que vieran una injusticia, alzara la voz y no se permitiera, que bastaba con apoyar de vez en vez o con ceder su voz a gente que la utilice con fines sociales. Hoy, buscando o más bien, eligiendo sobre cual tema escribir de los temas que se están investigando, me llegó por un amigo el video recomendado de hoy. Denisse Dresser nos da otra bofetada muy a su estilo; les dejo dos párrafos de su discurso que me parecen medulares:


Pequeñas acciones que produzcan grandes cambios, sacrificar la seguridad propia para que otros la compartan, ser de clase media en un país de 40 millones de pobres es ser ya privilegiados, y como privilegiados se tiene la obligación de regresar algo al país, porque de qué sirve la experiencia, el conocimiento, el talento si no se hace con ello de México un país más justo, para qué sirve el asenso social si hay que pararse sobre las espaldas de otros para conseguirlo, para qué sirve la educación si no se ayuda a otros a obtenerla, para qué sirve la riqueza si hay que erigir cercas electrificadas cada vez más altas para defenderla, para qué sirve ser habitante de un país si no se asume la responsabilidad compartida de asegurar vidas dignas ahí… por eso yo creo en decirle a las cosas por su nombre, ayudando a abrir los ojos (…) el contagio


Tenemos un sistema de élites (…) pobres a los que no han querido educar, mal pagados, no los hacen competitivos (…) un país con un sistema político, cultural, social basado no en el mérito, sino en las relaciones, basado no en la excelencia sino en los contactos, donde importa menos el grado que los apellidos, los puestos se adjudican como recompensa a la lealtad y no al profesionalismo, la palmada de espalda y el guiño del ojo, ahí están los muros


¡Ah! Hay una parte donde ella menciona que otros países acentúan la tecnología, la globalización y la economía en la educación poniéndola en sus libros de texto, cabe destacar que china no es precisamente un país con muchas igualdades; es trascendente el conocimiento, pero no podemos ser técnicos únicamente, se requiere conciencia social (con grado de reflexión y no sólo como discurso) en lugar del nacionalismos mal entendido que nos venden, el vivir de una rosa historia mexicana diseñada para crear una identidad falsa y mal sustentada… Les pido escuchar el video con mucha atención y por favor, reenvíenlo.


Denisse Dresser: De la sumisión a la participación ciudadana


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