jueves, 22 de octubre de 2009

CULTURA Y ECONOMÍA

No hablaré de cultura como representaciones culturales artísticas, hablaré de cultura en su sentido mucho más literal: aquello que nos da identidad, que nos distingue de otros grupos sociales; lo que somos y representamos. La cultura es inherente, se aprende con el día a día. Nadie nos da un manual de cómo ser mexicanos, pero vas absorbiendo esta información del contexto. Que no vengan a decirme que alguien que nació y creció en el territorio nacional -bueno, la identidad fronteriza es otro asunto- no tiene rasgos o comparte características distintivas de “nuestra cultura”. En lo personal me choca ese nacionalismo barato que nos venden, el de ser mexicanos en las fiestas, por los símbolos, por los historia conveniente que han escrito… pero por otro lado, está el estereotipo de los que odian ser mexicanos, los que viven enojados y lo dicen hasta con orgullo “me iré de este país porque son una bola de corruptos, flojos, irresponsables…”, esos que critican sin bases reales y su discurso parece certero; como de periodistas mal informados y tendenciosos, grilleros. Ambos extremos son igual de detestables. Sí, hay muchas cosas por las cuales sentir indignación, por las cuales avergonzarnos, sentirnos mal. Es más, yo misma soy tajante cuando se trata de ser críticos, pero hay que informarse y no únicamete con Loret o La Torre o como se llame.

Esta semana ha sido y será decisiva para la economía del país. Todos están mostrando su indignación con las medidas que se aprobaron en la Cámara de Diputados, los aumentos al IVA, ISR, a las telecomunicaciones, a los depósitos en efectivo, reduciendo su margen de aplicación de 25,000 a sólo 15,000 pesos, entre otras. Los medios no paran de hablar de dichas disposiciones, pero sobre todo, de la toma de la tribuna a manos de algunos diputados.

“Cómo es posible que vengan a cobrarnos más impuestos ahora”, dice el empresario que los evade donando al Teletón o haciendo, a su nombre, las donaciones que hacemos en las cajas de los supermercado o en los cajeros automáticos y que después deduce. “Cómo van a someter a impuestos las medicinas” dicen los lamebotas de Slim, que ahora es un empresario de Primer Nivel. “¿Cómo vamos a pagar impuestos por alimentos procesados?” dicen las empresas que llenan de comida chatarra las tiendas y los supermercados y que provocan que la obesidad en México sea un grave problema de salud pública, colocándonos como los principales consumidores de refresco a nivel mundial, ¡ah!, porque quizá en San Juanito de la Cruz el Alto no haya servicios, pero hay Coca Cola o Pepsi o similiares.

Y también está el otro sector, está el comercio informal –con todas sus formas y mafias-, el narcotráfico y las actividades que llamamos “ilegales” –muchas tienen que serlo, forzosamente, claro-. Tenemos una evasión fiscal risible, de las más altas a nivel internacional. No pagamos impuestos, no queremos pagarlos, “¿para qué si se lo van a robar? Yo soy más cabrón y no pago”. Pensamiento que se repite en todos los estratos sociales y que refleja nuestra cultura: evadir responsabilidades. Arriba están los ejemplos, pero nos quejamos: "no es lo mismo, yo no gano tanto".

¿Qué queremos? ¿Endeudarnos nuevamente con países extranjeros para soportar la recesión que vivimos? A la larga –otra cosa cultural que nos cuesta mucho, el futuro siempre se ve lejano- ¿no pagaremos más de impuestos para poder cubrir los intereses que genere este endeudamiento? Lo que no funciona es el sistema de recaudación actual. Y, por si no se sabe, el país se acaba de endeudar con el Banco Mundial.

Nos quejamos del aumento de los impuestos, no es que esté a favor de ellos, ahora que me toca pagarlos, entiendo que es horrible el trámite burocrático y, lo más difícil es entender, porque creces creyendo que uno debe evadirlos o pagar lo menos posible, porque es “tu dinero”; cómo comprender que esa aportación que hacemos, que esa pequeña parte de nuestro sueldo, es para que podamos llamar a un policía a la hora que se requiera, para ir al médico cuando nos enfermemos, para transitar por las calles pavimentadas que no se pagan solas, para contar con servicios, para la educación pública, para pagarle a los que nos gobiernan y que administren esos recursos, para que se implementen políticas públicas que combatan la pobreza, la inseguridad… ¿Quién más va a pagar por todo esto si no somos todos? Los que ganan más deberían pagar más, claro, suena lógico, ¿no? Si alguien gana 100 pesos al mes, ¿por qué pensar que todo lo demás se le dará gratis?

Entonces, ¿qué falta? Falta -según yo-:

Eliminar a la clase política actual del país, sobre todo a los sindicatos, sus líderes… a Elba Esther Godillo, a los panistas, perredistas, priistas y todos los istas que haya, que representan una bola de mantenidos.

Educación, información, compromiso social. Esta es la más difícil de las medidas, pues sin ellas, no se pueden lograr las demás.

Un plan de recaudación mucho más efectivo y menos engorroso. Estrategias que reduzcan la evasión fiscal, que haga conciencia de que los impuestos son necesarios. Verán que si todos desembolsamos -al principio nos dolerá esta medida no inculcada- obviamente más personas estarán preocupadas y ocupadas en ver qué se hace con este dinero y no sólo lo utilizarán como discurso barato para ganar popularidad o adeptos.

Eliminar a la clase política actual del país.

Legalizar la droga, la prostitución, el aborto; regular el comercio informal, lo que generaría una fuente alta de ingresos para el fisco, suficientes para crear organismos que regulen y vigilen estas actividades. Hasta fuentes de empleos se generarían, tendríamos un boom de drogadictos que requerirían atención médica, psicológica…

No aumentar los impuestos, pero el impuesto a alimentos y medicinas no es mala idea, al final, ¿no son también fabricados por grandes empresas?, ¿los pobres comen gansitos y esas cosas? Quizá así se reduzca su venta y nos preocupemos por consumir otro tipo productos que no dañen nuestra salud y bienestar.

Eliminar a la clase política actual del país.

4 comentarios:

Gabriel Cruz dijo...

Lukya, es un tema muy escabroso el que tocas y en efecto una de las grandes verdades es que hay que erradicar a los políticos actuales. El resto requiere de rehacer el civismo en el país, ya que hay muchos vicios y muchos mexicanos (no políticos) involucrados en esos vicios.
Lejos de ser un provocador, creo firmemente que el país necesita una revolución, usando un ejemplo; una revolución no por la razón por la que el adolescente se enoja con los padres y deja la casa, sino por la razón en que el adulto se da cuenta de su condición de individuo y se retira de casa de sus padres para hacer una vida propia.
Un tema en el que todos debemos tomar conciencia por el país.

LuKiA dijo...

Hola Gabriel.

Muy buen ejemplo el que pones. Yo creo es momento de los movimientos civiles: la organización ciudadana. Estos vicios de los que hablas son los vicios culturales que venimos arrastrando, y sí, la única solución es la conciencia, la educación: el civismo pues.

Un abrazo.

Ambar dijo...

Necesitamos líderes intelectuales. Que lleven la batuta de estas revoluciones ciudadanas.

Por desgracia no es suficiente informar a la gente, sino generar estrategias para que se sumen a un colectivo de activismo político.

Porque en verdad a veces piensoo (y no sé si este mal mi perspectva), que nuestra sociedad es una masa, no uniforme, pero masa al fin. Y si no hay nadie que los lleve ( y los SEPA llevar), no se mueven.

Yo propongo que Lukia empiece su grupo maquiavélico de intelectuales...

Porno Vato dijo...
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